Una de las costumbres que más sorprenden a los turistas que visitan Islandia, es la obligación de ducharse y enjabornarse bien antes de entrar en cualquier piscina. Esta regla higiénica, no deja de generar más de una risa a los no acostumbrados a desnudarse en un vestuario sin contar con apenas privacidad, y mucho menos a enjabonarse las partes pudientes ante un ejército de desconocidos.
En cualquier piscina pública, uno puede encontrar un cartel indicativo de qué partes merecen mayor atención a la hora de ser enjabonadas antes de colocarse el traje de baño. Por lo general, los islandeses cumplen con este ceremonial sin rechistar e incluso hay algunos que le dedican una atención especial a este momento. La picaresca de algunos incautos o tímidos de mostrar su naturaleza humana, hace que inevitablemente algunos miren de pasar de puntillas por este acto. Eso es un terrible error, pues si una cosa tienen los islandeses es la de decir las cosas abiertamente en algo que consideran tan suyo como lo es el acto social de ducharse. Pues en muchas ocasiones, son los propios clientes de las piscinas los que increpan a los propios turistas o despistados, a enjabonar laboriosamente sus partes antes de entrar en una piscina municipal.
No hay que dominar el inglés o cualquier otra lengua extranjera para entender los gráficos de la pared. Sin embargo hay que ir con cuidado con los no duchos con la lengua inglesa, pues en algunos carteles de piscinas recomiendan usar sopa «soup» para enjabonarse, en lugar de usar jabón «soap». Esto puede inducir a error a más de un despistado o a más de uno que no superara con buena nota sus clases de inglés.
El acto propio del enjabonarse y desenjabonarse, lleva consigo el hecho de estar mojado y de dejar mojado todo aquello que a uno le rodea hasta el secado. En este particular, también hay una figura clave en toda piscina: el vigilante de los vestuarios. Como si de un guarda de seguridad de discoteca se tratara, el vigilante de los vestuarios se encarga de permitir tácitamente que aquéllos que han pasado por las duchas o la piscina, se sequen antes de entrar en el vestuario a cambiarse. Estos, como autoridad civil en la instalación, no dudan ni por un instante en reprimir al incauto que se dirige chorreando a su taquilla para cambiarse.
